una persona confiable

La palabra confianza se puede traducir como una esperanza firme que alguien tiene en que otra persona actúe de determinada  manera. Los creyentes solemos ser guiados a confiar en Dios y es que la confianza es la base de toda relación. Una relación requiere interacción, «inter» significa «en medio de» por lo que interacción expresa que algo se realiza entre dos personas, no puede haber solo una parte, en este sentido  ¿será que Dios puede confiar en nosotros?

La historia nos muestra que la relación que Israel tenía con su Dios al principio no fue muy buena, ellos solían quejarse constantemente. El salmos 78 dice que ellos no creían que Dios podía ayudarlos, dudaban de que podían ser alimentados en medio del desierto; las escrituras dicen que solo lo buscaban cuando «sentían» que los estaba castigando, «tan malvados eran sus pensamientos que Dios no podía confiar en ellos» (v.8)

La confianza se gana con el tiempo. Yo solía entregar mi confianza muy rápido pero hoy entiendo que esa entrega es muy frágil por lo que es sabio que sea dada de a poquitos, la experiencia suele dictar prudencia.

El Salmos 78 culmina diciendo que Dios consideraba a David como «su hombre de  confianza»(v.71/tla). Estudios han demostrado que cuanto más semejantes a nosotros es una persona, más rápido le entregamos nuestra  confianza, tiene sentido entonces que David sea conocido como «un hombre conforme al corazón de Dios» (Hechos 13:22)

Una de las reflexiones más bonitas que podemos hacer respecto a la confianza es la preciosa sensación de ser dignos de ella. Cultive su relación de amor con El Señor, seamos empáticos y demostrémosle a Dios con nuestras actitudes que El es importante en nuestras vidas, conservando nuestra Fe en las buenas y en las malas, en salud y en enfermedad, en riqueza y en pobreza, manteniendo una verdadera relación de amor.

La religión nos enseñó a ver a Dios como «el genio de la lámpara» con el poder de conceder deseos. Jesús nos vino a presentar al Señor como un Padre, El Padre protege, cuida y provee; y en nuestro Padre sí que podemos confiar.

Pamela Alcázar