UNA FE MAL APRENDIDA

Si una maestra me enseña un idioma, confío en su metodología.
Lo mismo ocurre en la fe: si alguien menciona a “Dios” solemos creer confiando en la enseñanza.
Sin embargo, hoy muchos, invocando a Dios, practican rituales con apariencia espiritual para atraer bienestar, limpiar energías e incluso sanar (2 Timoteo 3:5).
Otros maestros, muchas veces sin mala intención, enseñaron un cristianismo centrado en el esfuerzo humano, que aparenta devoción, pero que termina llenando de culpa, agotamiento mental y frustración. Enseñan a orar en el nombre de Jesús, pero alejan a las personas de la cruz, de la gracia, y del poder del Espíritu Santo para transformar.
La Biblia dice claramente que Jesús es el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2).
En Él fueron hechas todas las cosas (Juan 1:3).
Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6).
No hay más que Hacer, solo Creer en Él (Juan 6:29).
La proliferación de doctrinas erradas debería ser una preocupación real para los creyentes. (1 Juan 4:1)
Vivir una fe distorsionada duele, porque nos cambia la forma de ver a Dios, a nosotros mismos y al mundo.
Pero si un alumno investiga a profundidad, podrá determinar si lo que le dice su profesor esta alineado a la verdad.
#reflexiones
Pame Alcázar