MADURANDO EN EL CAMINO
«Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño.» (1 Corintios 13:11)
Hace poco escuché que muchos adultos podemos tener la gestión emocional de un niño sin ser muy conscientes de ello. Como bien dicen la madurez no depende de la edad sino de cómo actuamos y pensamos.
La persona madura tiene ciertas características, la inmadura también.
Cuando aprendemos a posponer placeres inmediatos por valores a largo plazo, cuando somos lentos para hablar y rápidos para escuchar es decir cuando pensamos antes de actuar, cuando nos controlamos, en general cuando aprendemos a conocernos y auto gestionarnos entonces vamos por buen camino.
La madurez tiene que ver con el carácter.
La falta de empatía, la impulsividad, la tendencia de culpar a los demás, la importancia especial que se le da a la imagen pública, los comportamientos caprichosos, la dificultad para aceptar errores o limitaciones, y hasta las relaciones afectivas superficiales son signos de inmadurez.
«Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí.»
(1 Corintios 13:12)
El conocimiento de nosotros mismos muchas veces es borroso, no nos damos cuenta de nuestros errores pero cuando nuestra vida es expuesta a la luz de la palabra de Dios aprendemos a conocernos mejor, somos entonces más conscientes de nuestras faltas y pecados y eso no debería llevarnos a la culpa sino al agradecimiento, porque todos estamos en continuo desarrollo y en auto conocimiento constante.
En un ámbito o en otro siempre afrontaremos retos o desafíos que nos ayudarán a madurar, en la espera de resoluciones Dios nos hace crecer en carácter y nos lleva a madurar las intenciones de nuestros corazón.
Dios es Bueno.
#reflexiones
Lindo día.
Pame Alcázar