el que tenga oidos para oir, que oíga

Desde épocas ancestrales hasta hoy a muchos nos cuesta escuchar, nos creemos sabios en nuestra propia opinión (proverbios 3:7) o incluso confiamos demasiado en la relación personal e individual que tenemos con el Señor.

Nadie es infalible, aún leyendo la palabra de Dios podemos persistir en errores que nos perjudican a nosotros mismos. «Dios habla de muchas maneras» (Job 33:14); así que el que tenga oídos para oír, que oiga por su propio bien.

– David era un hombre de oración, pero El Señor tuvo que enviar al profeta Natán para que pudiera darse cuenta de su pecado y del porque de sus muchos problemas (2 Samuel 12)

– Un ángel tuvo que visitar a José en sueños, para ayudarlo a entender que no debía tener miedo de casarse con María, él estaba confundido y necesitaba de la seguridad que Dios le dio (Mateo 1:18)

– Entre los casos más extremos encontramos a  Balaam, hijo de Beor; a él «una burra le hablo con voz humana y no lo dejó seguir haciendo tonterías» (2 Pedro 2:15), éste hombre tuvo que tener una experiencia muy particular para poder reaccionar y cambiar. Se entiende entonces que un mensaje de Dios puede llegar a través de los medios menos esperados. Las sagradas escrituras emplean también símbolos e ilustraciones para permitirnos comprender mejor una enseñanza.

El Señor quiere lo mejor para nuestras vidas, oro para que puedas ser sensible al mensaje, siempre hay cosas en las que podemos estar equivocados, se vale siempre saber escuchar.

Pame Alcázar