el poder de la oración

Las escrituras nos muestran oraciones que obtuvieron respuestas poderosas. La oración de Elías, por ejemplo, un ser humano con imperfecciones y errores semejantes a los nuestros, detuvo las lluvias sobre la tierra por tres años y seis meses. La oración ferviente de Ana, dió vida al profeta Samuel. La oración de Daniel salvó su vida mientras estaba en la guarida de los leones. Y como dejar de lado las oraciones del apóstol Pablo registradas en el libro de los Hechos, oraciones que incluso hicieron temblar la tierra. Dios escuchó, Dios contestó.

Por eso «orad sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17)

Lindo día,

Pame Alcázar