Nuestras palabras son el sonido de nuestros pensamientos, las palabras ásperas, de críticas, de quejas, de ira, de dolor son el reflejo de nuestro interior. 

Pidamos a Dios que a través de Su Santo Espíritu filtre cada palabra que sale de nuestra boca, sometamos nuestros pensamientos a los pies de Cristo.

El Salmo 139:4 dice …..“Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda”

Fijémonos que dice “aún no está la palabra en mi boca”, significa que podemos decirle a Dios que guie nuestras palabras, que nos purifique. 

Digámosle cada amanecer: “Señor Jesús, te pido que dirijas el volumen y el contenido del audio de mis pensamientos, y que cierres mi boca si mis palabras no honran tu nombre”

Es importante que cuidemos nuestras palabras, es importante que cuidemos nuestro corazón.

Autor: Aleza Serrano