cuidando nuestras palabras

Así como la palabra de Dios tiene el poder de dejar al descubierto nuestros pensamientos más íntimos (Hebreos 4:12), así también nuestras palabras dejan al descubierto lo que tenemos en el corazón.
Job 19:2/tla «Tanta palabrería de ustedes me atormenta y me lastima»
Con una palabra Dios creo los cielos y la tierra, con una palabra nosotros podemos edificar o destruir; vida y muerte dependen de la lengua (proverbios 18:21).
Asimismo, es bien sabido que todos necesitamos verbalizar aquello que nos “ahoga” por dentro, las emociones que se quedan en nuestro interior nos quitan energía y tranquilidad.
Salmos 23:3/nvi «Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.»
El cuerpo y la mente piden fluidez, si no lo reciben pueden enfermarse, la alexitimia es un trastorno que resulta de llevar al límite esa incapacidad de manifestar emociones. Hay un momento en el que debemos dejar que nuestras palabras hablen por sí mismas, siempre con cordura.
Sea cual fuera la situación que toque afrontar “sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal” (Colosenses 4:6/rvr)
Lino día,
Pamela Alcazar