Abraham y la incertidumbre que renovó su mente.

La mente se aferra al control. La fe nos impulsa a soltar y renovar.
Cuando Abraham vivía en Ur, tenía una vida estable, llena de costumbres y creencias definidas. Hasta que Dios lo llamó a salir… sin decirle exactamente a dónde iba (Genesis 12)
Fue guiado a la incertidumbre, a dejar de anticipar o controlar cada paso.
Desde la neurociencia, se sabe que este tipo de experiencias activan procesos emocionales y cognitivos que, aunque incómodos al inicio, abren nuevas rutas neuronales.
ESTO ES LO QUE HACE UNA FE VIVA. El cerebro activa su plasticidad, promueve el pensamiento flexible y la adaptación. Y así mejora la calidad de nuestra salud mental.
La Fe no es una fórmula estructurada, basada en rutinas y prácticas fijas…
y aunque el cerebro humano tiende a aferrarse a esquemas que generan seguridad, es necesario romper con patrones que pueden alejarnos de una Fe de verdad.
Afortunadamente, cada día podemos salir de Ur de los Caldeos y aprender a vivir en lo hermoso de lo incierto. Caminar en libertad y espontaneidad…
Completamente confiados que nuestros pasos son guiados por el Espíritu Santo (Romanos 8:14)
#reflexión
Pame Alcázar