Cuando no hablamos el mismo idioma

En el inglés —como en otros idiomas— hay gramática y verbos especiales que debemos aprender para poder comunicarnos con personas que hablan distinto a nosotros.
Y es que, en cualquier situación, entender el lenguaje de comunicación lo es todo.
La Biblia nos cuenta la historia de Babel. En aquel tiempo,
“el pueblo era uno solo y todos hablaban el mismo idioma.” (Génesis 11:6)
Se entendían perfectamente, y Dios sabía que ese entendimiento y unidad les permitiría llegar muy lejos.
Pero en ese caso, sus motivaciones eran ambiciosas y peligrosas, así que Dios confundió sus lenguas. Y al no poder comprenderse entre sí, se dispersaron. Por tanto, la obra quedó inconclusa, porque….
“Si no entiendes la lengua de tu compañero, no podrás construir algo duradero.”
(Génesis 11:7, paráfrasis personal)
Eso nos enseña que para que Dios respalde una unión, importa mucho la motivación.
Hablar un mismo idioma no solo se refiere al lenguaje verbal, sino también al emocional.
Cada persona tiene un lenguaje distinto para expresar amor, temor, alegría o dolor.
Algunos hablan con gestos. Otros, con palabras. Algunos se expresan haciendo. Otros, simplemente, guardan silencio.
Las diferencias comunicativas son valiosas, porque los vínculos que nos hacen crecer y evolucionar suelen ser los más diferentes a nosotros.
Si queremos construir relaciones verdaderas, necesitamos tiempo y empatía para aprender a “traducir” lo que el otro siente.
Quizá ese sea el verdadero poder de la unidad.
#reflexiones
Pame Alcázar