Las Emociones de mi Alma

Hay emociones exquisitas que llegan a consecuencia de momentos agradables, pero hay otras que pueden ser un tanto desafiantes. 

Cuando Jesucristo estuvo en el Getsemaní comenzó a afligirse y angustiarse (Mateo 26:38), Él estaba a punto de enfrentar un gran reto y situaciones trascendentes pueden involucrar emociones fuertes. Ante tal situación, incluso Jesús hizo una oración muy sincera para evitar el momento (Mateo 26:39), más decidió someter su voluntad a Dios para cumplir con su destino. «Entonces apareció un ángel del cielo para darle fuerzas» (Lucas 22:43), aquietó su Alma, lo fortaleció.

Como ser humano, el Dios hecho hombre lidió con emociones fuertes pero sus tiempos de oración le otorgaron los llamados frutos del Espíritu Santo: la paz que no tiene entendimiento, paz que protege el corazón (Filipenses 4:7), el amor que da fuerzas! la templanza, la benignidad y el dominio propio (Gálatas 5:22). 

«¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle. Salvación mía y Dios mío.» (Salmos 42:11)

Cuando entendemos cómo nuestra vida espiritual nos sostiene, valoramos mucho más nuestra relación con El Señor.

#reflexiones

Pame Alcazar